Echo de menos...

Publicado por Ana Lógica , miércoles, 23 de marzo de 2011 16:40

El olor a sandía de tu chicle
que me pide otra tajada de tu boca;
encontrarnos en la barra, en el baño,
y las manos por debajo de la mesa.
Bailar contigo y hacer de nuestros cuerpos
pentagramas que tienden a infinito.
Tú en el caos de mi cuarto,
yo en el caos de tu coche.
Echo de menos todas esas cosas,
menos a tí...

Luis García Montero

Publicado por Ana Lógica , martes, 22 de marzo de 2011 16:20



Imaginar los sitios posibles donde estabas...


Imaginar los sitios posibles donde estabas,

verte llegar sin noche a La Tertulia,

reconocer tu voz apresurada

al contar una anécdota

o preguntar por mí,

saber que nos mirábamos antes de conocernos,

son capítulos largos de mi vida.

Supongo que también te dejarán a ti

este mismo vacío,

esta impaciencia por estar sin nadie

mientras se nos olvida

todo el calor que duele de olvidado.

El naufragio es un don afín al hombre.

Después de que sucede

suelen tener las huellas

esa incomodidad que tienen las mentiras,

el recuerdo es un dogma,

la soledad el pecho que tú me acariciaste.

Pero cambiando de conversación

el tiempo -buen amigo

que deforma el pasado como el amor a un cuerpo-

hará que cada día no parezca un disparo,

que volvamos a vernos una tarde cualquiera,

en un rincón del año y sin sentir

demasiada impotencia.

Será seguramente

como volver a estar,

como vivir de nuevo en una edad difícil

o emborracharnos juntos

para pasar a solas la resaca.

Igual que quemaduras debajo de los dedos,

en un segundo plano

seguiremos presentes y esperando

ese momento exacto del náufrago en la orilla,

cuando al salir del mar

me escribas en la arena:

«Sé que el amor existe,

pero no sé dónde lo aprendí».

Publicado por Ana Lógica , domingo, 6 de marzo de 2011 22:31

Apuntes de hoy...

Publicado por Ana Lógica , miércoles, 2 de marzo de 2011 14:44

Caminábamos en dirección opuesta para encontrarnos. Hacía aire, y yo sentía que no podía volar más rápido hacia tí.
LLegamos a la vez, cada uno por un lado hasta toparnos y fundirnos en aquel abrazo que pactamos de antemano. Fue bien, como siempre, risas, perros, cosas del día a día y una merienda en el parque como escolares.
Yo te contaba mis cosas, tu me contabas las tuyas, y entre tema y tema, balances del pasado. También me hablabas de ella, eso me dolía, y no voy a decir que poco, pero te descubrí in-fraganti deteniendo y disumulando la mirada sobre mis ojos. Esquivabas, pero me dio tiempo a leer en ese brillo algo que aún no te has atrevido a decirme. Tus ojos te delataron.
Me fuí con eso y algún que otro suspiro en mi mochila, por supuesto eran robados.
Al llegar a casa me sentí tan a gusto que mis oídos se abrieron a la música y mi estómago floreció.
La sed, seguía siendo de tí.