Publicado por Ana Lógica , jueves, 11 de marzo de 2010 23:07

Coincidieron en aquel tugurio, y él dejándose el último sorbo de aquel moscatel y sin haberse percatado de su presencia, se levantó, pagó y se fue encendiendo un cigarillo sin haber siquiera cruzado la puerta de salida.
Apresuradamente ella se levantó de la silla, fue a la mesa y cogió la copa acercándosela para hacerse con aquel sorbo, bueno más bien lo hizo por probar el sabor de su boca.
Tarareando eso de "I've got you under my skin", salió como hechizada, ingenua y feliz por haber probado el veneno de sus labios. Poco le importó que no la hubiera visto, es más lo prefería.
Y así buscándolo por los bares, imaginando abrazos hasta el décimo, y relamiéndose los labios pasaba los días.


A pesar del tiempo, a día de hoy aún sigue esperando a que venga y una noche le revuelva los lunares...

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