Publicado por Ana Lógica , martes, 30 de marzo de 2010 14:53

Se abrió la mañana más clara que nunca hasta que llegaron sus tristes ojos negros, con una estocada en el iris sangrando lágrimas de dolor.
Necesitaría un escuadrón de hombros para calmar su llanto, así que no le quedaba otra que dejar a esas lágrimas desgranarse mejilla abajo limpiándole el rostro...



Terminó la clase y no pude ponerle fin a esto, es más ni siquiera se sospecha el motivo de esas lágrimas,
tan sólo yo lo sé... el caso es que a la tarde recibí una llamada y ocurrió algo inesperado, las palabras que tenía en mente para continuar la historia cobraron vida y decidí no terminarla por ello nunca.

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